La nueva ley de apellidos, en vigencia desde enero de 2022, establece un sorteo como la última alternativa para decidir el orden de los apellidos de un primer hijo o hija. Esto, en caso de que la madre y el padre no se pongan de acuerdo y no llenen un formulario señalando su preferencia. Frente a ese escenario, los funcionarios del Registro Civil tienen la facultad de tomar la decisión con una moneda al aire.