No es primera vez que el autor, cuyas publicaciones han tenido éxito en ventas, tiene que responder a críticas emanadas desde el mundo de la historiografía. Esta vez, la directora del Museo Histórico Nacional, Macarena Ponce de León, dijo que no leería sus libros y agregó que el éxito del escritor es culpa de los propios historiadores.
Fue una entrevista en El Mercurio a la directora del Museo Histórico Nacional, Macarena Ponce de León, lo que volvió a poner el tema en la palestra. No es la primera vez que los historiadores se enfrentan o están incómodos con el escritor Jorge Baradit y al parecer tampoco será la última.
En esta ocasión a Ponce de León le preguntaron si ha leído alguna vez al escritor best seller y ella respondió: “No lo he leído, y no creo que lo haga. El éxito de Baradit, que nos molesta tanto a los historiadores, es culpa de nosotros los historiadores”.
Una frase que vuelve a incendiar la pradera, ¿qué es lo que incomoda de Baradit en el mundo académico?
Lee también: ¿Era feminista Gabriela Mistral? 7 investigadoras, académicas y escritoras chilenas respondenNadie puede negar el éxito en ventas de Jorge Baradit en nuestro país. Desde que en 2015 lanzó el primer libro de la saga La Historia Secreta de Chile ha vendido hasta junio de este año 375 mil ejemplares, según indican desde Penguin Random House, su editorial.
La Historia Secreta de Chile 1, 2 y 3, La Dictadura, Héroes y la Rebelión se han convertido en un éxito. Sin dudas, estamos hablando de uno de los escritores más vendidos en nuestro país. Un récord que cualquiera podría envidiar. Y por eso, precisamente, no pasa inadvertido.Es que el éxito de Jorge Baradit llegó casi de sorpresa. Nadie se lo esperaba en el ambiente literario, al menos con esta magnitud y así también lo plantea y lo señala el escritor.
“En junio me dijeron de la editorial ‘vamos a imprimir 3 mil libros para que se vendan de aquí a diciembre’. Y esos 3 mil libros se vendieron el fin de semana. Y de ahí la venta no bajó y se convirtió en uno de los libros más vendidos de las últimas décadas, así como que hay que rastrear 50 años para atrás para encontrar un libro que quizás anduviera cerca”, indica Baradit.
Y eso que sólo tenemos los registros de las ventas formales, porque bien sabemos que también se han reproducido copias ilegales vendidas en las ferias, persas y cunetas a lo largo del país.
Para el también escritor Francisco Ortega, el éxito de su colega es un punto que hay que considerar en las críticas que ha recibido: “De verdad, yo creo que molesta que haya vendido 300 mil ejemplares, que es un récord literario. Los libros de Jorge Baradit son los libros chilenos más vendidos después de Papelucho y Adiós al séptimo de línea. En la industria editorial no hay récord mayor que el de Jorge Baradit y eso molesta, no sólo a los historiadores, sino también a cierta camarilla literaria que sigue juzgando a los autores por la cantidad de libros que vende”, asegura.
Para el escritor nacido en Valparaíso y que prepara para fines de agosto una segunda entrega de Héroes, que considera esta vez a personajes del siglo XX entre los que estarán Salvador Allende, Clotario Blest y las feministas en tiempos de dictadura, el volumen de sus ventas no pesa tanto en las críticas como sí la visión que se entrega en sus libros.
Jorge Baradit afirma que “creo que algunos tienen la preocupación de que estas ideas que a ellos no les parecen que sean divulgadas alcancen una gran cantidad de público. Hay gente vinculada a la historia del mundo conservador que le molesta que en mis libros se ofrezca una visión de Diego Portales distinta a la que ofrecen ellos o de O´Higgins. Creo que están más preocupados de eso”.
Lee también: “Quiero saludar a mi presidenta del Colegio Médico”: La historia completa entre Enrique Paris e Izkia SichesJorge Baradit intenta poner paños fríos a la polémica, una que ya ha tenido en el pasado y por la que no es primera vez que responde en los medios de comunicación.
Para el autor a muchos historiadores les costó entender en un comienzo que lo que él hacía no era historiografía. “Lo que con los años los historiadores han ido entendiendo, en general, es que yo no estoy tratando de usurpar el oficio. Yo me he declarado como un escritor que hace divulgación histórica a través de la narrativa. Yo lo que estoy haciendo es completar la cadena, que existe en todo el mundo, de completar la divulgación”, indica Baradit.
Y esto también lo señala el escritor Francisco Ortega, al indicar que “hay mucho crítico de Jorge que pide, que quieren una visión historiográfica y lo que él está haciendo es otra cosa. Es difusión histórica. Es tomar la historia de Chile y recontarla usando las herramientas de la ficción y de la no ficción para presentar un trabajo, insisto, de difusión. Escrita por un escritor, que tiene otro tipo de herramientas”.
Además, agrega el autor que encuentra “absurdo pedir a un libro de difusión histórica reglas que se ocupan en los papers académicos. La Historia Secreta de Chile no es un paper académico, no es un libro de investigación”.
Y aquí hay un punto que recogen los historiadores con lo que conversamos y que también plantea la directora del Museo Histórico Nacional: ¿Hay culpa en los historiadores del éxito de Jorge Baradit?
Cristina Moyano, directora del departamento de Historia de la Universidad de Santiago, recoge el guante: “La polémica de cuán responsables somos los historiadores de que nuestros trabajos de investigación disciplinarios, apegados a un método, validados dentro de la comunidad científica no salgan al espacio público, no generen el impacto que deberían generar y no colaboren a la formación de pensamiento crítico o la construcción de las identidades nacionales. Eso es responsabilidad de los historiadores”, reconoce.
Para la académica no se han logrado generar textos que vayan dirigidos al público y “que tengan un lenguaje que, sin simplificar la complejidad de los procesos históricos, puedan ser revisados, degustados por toda la comunidad y no sólo por los expertos. Escribimos para expertos”, puntualiza.
Cristian Castro, director de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales, también concuerda en que en el fondo las declaraciones de Macarena Ponce de León son correctas.
“Baradit se hace cargo de un nicho, que en otros lados se denomina historia narrativa y que en Chile no había prendido demasiado. Había habido unos intentos, que no tuvieron el éxito de Baradit, que tienen este discurso de que acerca la historia, pero que también es un negocio. No hay que ser ingenuos. Es la venta de más volúmenes, de historias más cercanas, menos teóricas, menos intelectualoides”, señala Castro.
Lee también: Orgullo gay: 12 libros y 9 autores que debes leer para adentrarte en el mundo LGTBISin embargo, el director del Instituto de Historia de la Universidad Católica, Pablo Whipple, tiene una visión distinta. Para él “la historia como disciplina tiene una dimensión profesional en el ámbito académico, que nosotros copamos como quienes realizamos investigación y transmitimos un conocimiento específico dentro de un ámbito, que es el académico, pero que también traspasa esa frontera de múltiples maneras”, afirma el académico.
Y sostiene, además, que “lo que hacen algunos autores como Baradit es llegar a un público, pero tampoco es la única forma en la que los académicos nos relacionamos en el ámbito público. La misma Macarena Ponce de León, como directora de un museo, está cumpliendo una función dentro de la dimensión pública”.
El punto de acercar la historia a las personas es algo que el mismo Baradit reconoce al indicarse como un puente entre la academia y la sociedad. Francisco Ortega lo complementa al resaltar que “los historiadores se mantuvieron lejos del público y escribieron de forma demasiado académica, demasiado lejana, demasiado poco empática y esa es un área donde Jorge entró y con un éxito envidiable, y que eso ha levantado mucha polvareda”.
“Uno como escritor tiene un valor ganado, que es que uno estudia y está todo el día pensando en cómo meterse en la cabeza y en los corazones de las personas. Los historiadores se tienen que distanciar de un fenómeno, una guerra, por ejemplo, y explicarla en términos técnicos para tener datos duros. Sin embargo, el narrador lo que quiere es que la persona no se distancie, sino todo lo contrario, que esté metido ahí, que sienta el olor de la pólvora, el dolor de las personas, las emociones y que a través de esa identificación personal con el fenómeno logre entenderlo”, señala Baradit sobre su trabajo.
Pero algo que sí deja en claro: es que todo lo que él escribe está documentado, que trabaja asesorado por historiadores, que ocupa fuentes primarias y secundarias, que realiza investigación y que ocupa una bibliografía aceptada. “Esto no es un trabajo banal. Este no es un trabajo liviano. Hay una responsabilidad de parte del equipo en torno del producto que estamos ofreciendo”, argumenta.
Sobre este punto, Moyano explica que “Baradit no tiene por qué citar, no tiene por qué dar cuenta del debate más general e inscribirse en un campo historiográfico en particular. Esas son normas a las cuales tenemos que adherir los investigadores que somos historiadores. Él escribe con la libertad que le permite su propia disciplina”.
Pero más allá de las críticas a sí debe citar o no todo lo que escribe (algo que el autor indica comenzó a realizar con más rigurosidad desde el segundo libro de la saga) en lo que sí concuerdan es que Jorge Baradit ha permitido acercar la historia a un público más amplio.
Cristian Castro de la UDP sobre esto responde que: “Ha habido un ataque constante a la historia desde su enseñanza en colegios, en qué año se enseña. De hecho, se hizo en la práctica este año delimitar historia, entonces cómo uno no va a estar en cierta forma de acuerdo con alguien que acerca lo que se trata de eliminar al público masivo. Sería demasiada la contradicción”.
Y Moyano agrega que “lo que ha hecho Baradit, que no es un trabajo historiográfico propiamente tal, en el sentido tradicional del término, es poner al servicio de una comunidad que le gusta leer narrativa histórica y que de alguna otra manera ha hecho repensar algunos temas de la historia nacional”.
“Yo creo que si en un momento hubo voces que criticaron su emergencia en el ámbito de la historia tuvo más que ver con críticas que el mismo autor hizo hacia los historiadores o lo que se vio en algún momento como apropiación de un conocimiento experto sin dar el suficiente crédito a quienes hacían investigación en esos temas. Pero no creo que haya una crítica a que desde la literatura se aborden temas históricos”, sostiene Whipple de la UC.
Y agrega, también, “uno como profesional o como producto puede aspirar a generar polémica. A mí, me da la sensación de que hay un interés por generar polémica a que exista una polémica en torno a él de por sí”.
Si algo que dejó claro la directora del Museo Histórico Nacional es que no ha leído el trabajo de Jorge Baradit y que cree que no lo hará.
“Eso me ha pasado mucho. Muchos historiadores que están en contra de esto, la verdad es que ni siquiera se han molestado en revisar el trabajo. Por supuesto que un trabajo en profundidad toma muchísimos más años, toma un espesor de libro más grande para explicar ciertos procesos. Pero es necesario bajar esos contenidos y hacerlos accesibles a las personas. Yo entiendo que algunos historiadores no entiendan este punto. Pero es obvio que es fundamental que el libro sea leído para después tener una opinión”, exclamó Baradit.
Por su parte, Francisco Ortega declara que encuentra que lo que es “muy feo es que ella diga, que opine de algo que nunca ha leído. Entonces mejor no opines del tema, porque lo desconoces”.
En tanto, Cristian Castro señala que sí ha leído “un par de cosas” de Jorge Baradit.
Lee también: 5 libros que Fernando Paulsen recomienda volver a leer en esta cuarentena“A mí me parece que lo que hace lo hace bien, porque acerca la gente a la historia, pero el análisis histórico es mucho más complejo, tiene que ver con procesos más lentos, estructurales. Es bueno porque incentiva la lectura de la historia, pero como análisis es medio débil, es superficial, historiográficamente es bastante poco el aporte”, sostuvo.
Mientras que Cristiana Moyano asegura que “hojeó” el primer libro de Baradit, pero que “me aburrí rápidamente, porque encontré que la trama narrativa que tenía era muy conspirativa y la verdad es que reducía la complejidad de procesos históricos que yo conocía. Quizás para alguien que no tiene idea de historia sea entretenido leer a Baradit, pero yo no lo disfruté y no porque escribiera mal. No lo disfruté porque la dinámica argumentativa que usa es muy simplificadora”, concluyó.
Mientras que Pablo Whipple indica que sólo lo ha leído de manera superficial, no en detalle y es sincero al indicar que no podría calificarlo, porque no lo conoce.
Sí, argumenta, que “me parece bien que cualquier intento serio por acercarse al conocimiento histórico, transmitirlo, llegar a audiencias mayores me parece válido”, finaliza.