No parece que Biden, de 81 años, esté dispuesto a soltar las riendas del poder.
La candidatura del presidente Joe Biden a las elecciones de noviembre se tambalea tras el debate con el exmandatario Donald Trump y, aunque algunas voces dentro del Partido Demócrata piden reemplazarlo, el proceso sería un laberinto legal y político prácticamente infranqueable, a no ser que el propio mandatario decida hacerse a un lado voluntariamente.
Biden aún no ha sido nominado oficialmente como candidato, pero las reglas del Partido Demócrata hacen prácticamente inviable reemplazarle sin su consentimiento y más en este caso en el que obtuvo durante las primarias del partido más del 90% de todos los delegados.
No parece que Biden, de 81 años, esté dispuesto a soltar las riendas del poder. Al día siguiente del polémico debate dijo: "No me presentaría de nuevo si no creyera con todo mi corazón y mi alma que puedo hacer el trabajo. Hay demasiado en juego".
El escenario más viable es que Biden se retire voluntariamente antes de ser nominado oficialmente, es decir, antes de que voten por su candidatura los casi 4.000 delegados demócratas que ha conseguido durante el proceso de primarias.
Estos delegados suelen jurar lealtad al candidato por el que votaron, pero las normas del partido no les obligan a ello. En teoría, pueden votar por otros candidatos y, especialmente, si Biden "libera" a sus delegados al retirarse, podría surgir una pugna entre otros candidatos demócratas para conseguir la nominación.
En caso de que Biden se retirase después de haber sido proclamado oficialmente por el partido, se tendría que convocar una "reunión especial" del Comité Nacional Demócrata, compuesto por unos 500 miembros.
En teoría, el nuevo candidato solo necesitaría el voto mayoritario de los presentes en esa "reunión especial".
Sin embargo, no sería una transición simple, no solo por la precipitada campaña de los posibles candidatos, sino también por los desafíos legales y prácticos que supondría el cambio de nombre de los aspirantes demócratas en las papeletas -algunas ya impresas- de los 50 estados del país antes de las elecciones del 5 de noviembre.
Si Biden renunciara a la Presidencia, la vicepresidenta Kamala Harris se convertiría automáticamente en presidenta de Estados Unidos, pero no en la candidata del Partido Demócrata para las elecciones, ya que los delegados de Biden no se transferirían automáticamente a Harris.
No obstante, contar con el apoyo de su actual jefe podría ayudar a Harris a convertirse en la primera mujer en ganar la Casa Blanca, lo que podría influir en los delegados que apoyan a Biden para que trasladasen su voto a la vicepresidenta.
Sin embargo, otros podrían disputarle a Harris la nominación, como los gobernadores de California, Gavin Newsom; Míchigan, Gretchen Whitmer; Illinois, J. B. Pritzker; Maryland, Wes Moore, o Pensilvania, Josh Shapiro.