Una familia quedó destrozada luego de que sus dos hijas, de 9 y 3 años, fueran atropelladas por un conductor en estado de ebriedad con 1.42 gramos por litro de sangre y que además era su vecino. Esto provocó la muerte de una de ellas, y el responsable del suceso posteriormente huyó del lugar según los testigos. Hoy piden que se haga justicia para no transformarse en un número más dentro de la cruda estadística de muertos por siniestros viales, en un año marcado por romper el récord de fallecidos registrados en la última década.