A tablazos, golpe a golpe: así son los castigos del coronavirus. Lo sufren quienes no cumplen las cuarentenas y lo aplican algunos narcotraficantes alrededor de México.
Vigilan que se cumplan los confinamientos y además imponen toques de queda, pero no son precisamente policías. Se trataría de las órdenes que han dado los hijos de Joaquín Chapo Guzmán, más conocidos como Los Chapitos.
Las advertencias las dicta uno de los grupos del cartel de Sinaloa, liderados por los hermanos Iván Archivaldo Guzmán y Jesús Alfredo, son claras. Quienes no cumplan serán golpeados, arrestados e incluso multados. Los sicarios, además se encargan de la distribución clandestina del alcohol. Esto, ante la ley seca aplicada en estos distritos.
Mientras en Guadalajara la hermana de Los Chapitos también hace de las suyas. Esta vez sin violencia. Al contrario, pareciera ser un gesto amable, generoso y tierno.
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Juguetes, dulces y figuras en miniatura de El Chapo, aún recluido en prisión, los mismos que fueron entregados durante el día del niño en el país azteca.
Esto luego de que hace algunas semanas la empresa de Alejandrina Guzmán repartiera las famosas despensa -para nosotros cajas de alimentos básicos- a gente vulnerable. Una acción que se replica en otros grupos de narcotraficantes.
El Cartel de Jalisco hace lo mismo, y aunque la gente está consciente de que son narcotraficantes, pareciera ser que la sangre derramada, los balazos y los crímenes del negocio de la droga van quedando en el olvido. Explican que lo aceptan simplemente por necesidad.
La desesperación en esta crisis es demasiado grande y por momentos autoridades también pasan a ser cómplices. En algunos sectores de México el pueblo incluso agradece con aplausos y cantos la ayuda de los narcos.
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Aunque el tráfico de drogas se ha visto también afectado por la pandemia, estos grupos criminales no cesan, y han seguido demostrando su poder en medio de esta crisis.
Acciones que reflejan la influencia directa del Patrón en el narcotráfico hasta hoy en día en Latinoamérica. Nos referimos a Pablo Emilio Escobar Gaviria. Ya en los '80 era uno de los hombres más ricos de Colombia gracias a la cocaína. Hombre reconocido como generoso con su pueblo, protector de su gente.
Financió el barrio "Medellín sin tugurios", que hoy lleva su nombre. Regaló viviendas, construyó canchas de fútbol, repartió dinero, alimentos y medicamentos a los más pobres.
Su esencia está presente. En Brasil, por ejemplo, van más allá. Hace algunas semanas, Luiz Henrique Mandetta, el ahora ex ministro de Salud, aseguró que estaban en conversaciones con bandas del narcotráfico para poder dialogar con quienes viven en las favelas, que se han visto afectados por la pandemia.
En El Salvador, el gobierno de Nayib Bukele, ha concentrado todos sus esfuerzos para derrotar a los Maras. Ignorando todas las normas de higiene, ordenó mezclar en las cárceles a estos diferentes grupos criminales, permitiendo aplicar la fuerza letal. Bandas que al mismo tiempo asumían el control por el COVID-19.
A través del soborno, una tendencia similar que se da en Latinoamérica, se adaptan los carteles, pandillas y Maras al coronavirus. Al otro lado del continente, en Europa, específicamente en Italia ya están en alerta. La mafia ya comenzó a repartir alimentos y entregar plata a quienes se quedaron sin recursos por la crisis. De a poco la Cosa Nostra y la Camorra, juega sus cartas para ganar el apoyo popular, ese que vemos peligrosamente en México, donde los narcos están colaborando con el pueblo a enfrentar la pandemia. Ante el silencio de la autoridad, el riesgo es que el costo a futuro sea demasiado alto.
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05/05/2020
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