"Los niños y los adolescentes tienen una mejor capacidad de adaptación a la adversidad que los adultos”, explicó el doctor Juan David Nasio, discípulo de Jacques Lacan.
“La tristeza del COVID-19 no es una tristeza común”, dice el Dr. Nasio. Según su perspectiva, este trastorno derivado de la pandemia se caracteriza por tres factores: tristeza ansiosa, mucho enojo y cansancio. Explica también que las personas con este padecimiento demuestran temor al contagio y desesperanza sobre qué vendrá más adelante. Un estado que, asegura, las lleva a la exasperación.
Longobardi le preguntó si esa sensación podría reflejarse en los vínculos sociales. Para el Dr. Nasio, tiene repercusiones sobre las figuras de autoridad. Considera que “todos necesitamos un jefe, alguien que nos guíe” frente a una situación catastrófica y la prolongación de la pandemia puede generar que surja la desconfianza.
Lee también: Columna de Izkia Siches: Salud mental en pandemia, una apuesta de futuroAunque no todas las personas desarrollan algún tipo de trastorno mental por la pandemia, el Dr. Nasio sostiene que es inevitable su impacto emocional. Algo que produce efectos sobre la familia y especialmente sobre los vínculos de pareja.
El destacado psiquiatra argentino explica que el confinamiento “ha producido muchas dificultades en algunas parejas, porque se enojan con el que tienen al lado”. Agrega que “las parejas no aguantan, porque no están acostumbradas a vivir 24 horas juntos y trabajar en el mismo espacio”.
También identifica consecuencias en la actitud de los jóvenes frente al porvenir. Cree que el desconcierto afecta especialmente a los estudiantes, aunque “los niños y los adolescentes tienen una mejor capacidad de adaptación a la adversidad que los adultos”.
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